Sierra de Líbar, espacio y frontera natural entre las provincias de Cádiz y Málaga.
MALAGADITANÍA: Espacio geográfico nuevo, entre lo real y lo soñado, creado por F. Ruiz y F.J. Rodríguez, que engloba la esencia paisajística, histórica y etnológica común de la tierra malagueña y gaditana, unidas en una sola geografía compartida.

CAMINERIA:

Suma de los elementos que componen el camino, el caminante y su entorno.

Estudio de las vías de comunicación, de su relación con el entorno geográfico y social y con los itinerarios físicos, históricos, económicos, culturales y literarios.
Definición del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Año de 1994).

Si a estas ideas les añadimos las de patrimonio público y entorno medioambiental a defender y difundir podíamos tener un concepto aglutinador de enorme atractivo general y portador de grandes posibilidades en la defensa y puesta en valor de nuestra herencia ancestral...

LA RUTA DE LOS 7 TEMPLOS

Próximamente os invitamos a descubrir una ruta mágica llena de encantos naturales, de fuerzas telúricas y restos del pasado sorprendentes llenos de misterio y leyenda...La Ruta de los 7 templos, un antiguo periplo costero de más de 2.500 años de antiguedad.
http://ruta7templos.blogspot.com















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martes, 17 de marzo de 2009

MONASTERIO DE LA CARTUJA DE JEREZ

En 2002 dejaron de habitarlo los monjes Cartujos, ahora lo habitan las Hermanas de la Órden de Belén y de la Asunción de la Vigen y de San Bruno. El espírito del fundador de la Óden de los Cartujos, San Bruno, pervivirá entre sus muros.


jueves, 5 de marzo de 2009

Nueva visita al yacimiento turdetano de La Sierra de San Cristóbal

Casi dos años después de una primera visita al yacimiento turdetano de las Cumbres situado éste en la Sierra de San Cristóbal, término del Puerto de Santa María, el tándem de los Franciscos coautores fundacionales de este blog, decidimos hacer una nueva vista a dicho yacimiento.
Como siempre el día elegido fue un sábado- tarde, pero en aquella ocasión se trataba de un sábado de enero. Aquella tarde amenazaba lluvia y no la teníamos todas consigo. Prueba de ello fue nuestra actitud cuando acudimos al lugar de encuentro. Lo primero que hicimos fue observarnos mutuamente para ver en el otro las mayores o menores ganas de seguir adelante con el fin propuesto.
--¿Qué te parece la tarde, lloverá o no lloverá? –me dijo mi compañero.
--No sé, --respondí.
--¡Te veo con pocas ganas de seguir adelante con nuestro proyecto! –comentó a la vez que extraía de un bolsillo sus prismáticos.
--Observo que vienes preparado..., --le dije--, ¡pues no se hable más, que la escasa luz de la tarde nos apremia!
Sin más comentarios montamos en mi coche y nos lanzamos a la aventura, o mejor dicho a la mini-aventura por lo cercano de nuestro objetivo, puesto que nos encontrábamos en Puerto Real y por que ya lo conocíamos.
Tomamos la carretera dirección Jerez y nos desviamos hacia el Portal. A la altura del Castillo de Doña Blanca observamos la gran portada que más adelante nos señalaba la entrada del yacimiento de las Cumbres. Tomamos el nuevo carril y subimos los ciento veinticinco metros de altura de la Sierra de San Cristóbal, según indica su vértice geodésico.
Al llegar a la cima aparcamos junto a una tupida pinaleta custodiada al parecer por un perro de nariz achatada, recortadas orejas y cara de pocos amigos. Al vernos salir de auto corrió hacia nosotros como alma que lleva el diablo para cobrarnos, como un “perrilla” que lo era, la cuota de aparcamiento.
Yo que me consideraba con más experiencia que mi amigo en el trato con toda clase de animales, me dirigí a él con palabras cariñosas en el tono más amigable que fui capaz en ese momento. El malcarado animal ablandándose o compadeciéndose de mi ridícula actitud, se acercó a nosotros de manera amigable. Nos husmeó unos instantes y nos dejó ir sin acordarse de cobrarnos la cuota de aparcamiento.
Después del inesperado recibimiento, nada más traspasar la pinaleta nos tropezamos con otros visitantes. Pero a éstos no se les adivinaba intención alguna de observar y admirarse de la belleza del lugar o de la historia enterrada en su suelo. Estaba claro que a aquellos visitantes lo que los motivaba no era la evocación de un pasado lejano y subyugante, pues a todos sin excepción, se les veía equipados según el medio de locomoción que habían elegido para adentrarse y disfrutar, a su manera, del aquel bellísimo paraje. Unos lucían el colorista atuendo que les exigía la practica de la bicicleta de montaña, otros los apropiados para las motocross, y los menos abundantes, el equipo que por seguridad convenía al manejo de las atronadoras motos de tres ruedas. Aquellos, digamos deportistas, se nos antojaron entonces que venían a ser algo así como los modernos señores encargados de proteger el poblado a lomos de extrañas cabalgaduras de mayor o menor complicación tecnológica. Más no era así. Al proseguir nuestra visita comprobamos con disgusto que éstos hacían todo lo contrario. Aquel interesante yacimiento arqueológico, patrimonio cuanto menos de los gaditanos, lo tenían degradado a más no poder con sus continuas e indiscriminadas incursiones a lo largo y ancho del mismo.
¿Qué si el asentamiento turdetano de las Cumbres es de lo más interesante...? ¿Que si el entorno que lo rodea no deja de ser admirable...? Son cuestiones que podrán ustedes evaluar observando las imágenes del siguiente enlace :

http://picasaweb.google.es/Fruizse/YacimientoTurdetanoSierraDeSanCristobal#slideshow

Texto: Francisco Ruiz Serrano.
Fotos: Francisco Ruiz Serrano / Francisco J. Rodríguez Andrade.