Hay muchos lugares dentro de la provincia de Cádiz, en que la naturaleza en su generosidad, ha sabido dotar a esta, de unos rincones en que la combinación del paisaje y la historia los hacen realmente atractivos a nuestras sensaciones tanto físicas como internas más primarias.
Son lugares llenos de un encanto y poder especiales, territorio poseido por un "genius loci". Un magnetismo telúrico que nos recorre hasta llegar a lo más profundo de nuestro espíritu ensoñador y que hace que percibamos una realidad distinta que subyace latente en ese entorno, transmitiendonos su propia energía y que enerva aún nuestra piel. Uno de esos lugares en los que se respira una reverente sacralidad motivada por esa interrelacion de las fuerzas primigenias de la naturaleza, junto a la contemplación de antiguas ruinas de pasadas culturas y encuadradas en un enmarcamiento paisajístico único, es la Sierra de Plata.
No es una sierra de gran altura, pues no rebasa los 500 mt., pero al encontrarse circundada a sus piés, por el arco de la ensenada de Bolonia, hace que esta adquiera un aire de verdadera fortaleza ciclópea creada por mitológicos gigantes, como imaginaria y fantástica protección de las evocadoras ruinas de la ciudad romana de Baelo, que allí yacen y que duermen su sueño de hace dos mil años lamidas por las olas del mar del estrecho y barridas sus calles en los habituales días de levante, por los granos de arena de las inmensas dunas adyacentes a los restos, confiriendo como hemos dicho todo ello, un espectáculo grato y soberbio...y al fondo, al otro lado del mar, perfilándose perenne, la silueta de la cercana costa africana. De todo ello, es testigo mudo, un inmutable y eterno centinela, guardián que desde milenios, vigila con su imponente figura solitaria tronco-cónica, perspectiva visual que ofrece desde la ciudad milenaria, y que es custodio en el poder telúrico de la roca que forma su mole, de todo el entorno. Este soberbio Gerión, vigilante de las vacadas retintas que por allí pacen, junto a la orilla del mar y en la vegetación verdosa de los matorrales y pinares que constrastan con la desnuda piedra, no es otro que el monte S. Bartolomé.
Todo este entorno y debido a ser cruce y paso obligado del estecho, ha estado poblado desde tiempos pretéritos, de los cuales son testigos elocuentes, los numerosos abrigos dispersos por los alrededores, llenos con pinturas rupestres y sus figuras esquemáticas, preferentemente en color rojo ocre. Imágenes que en su arcaico lenguaje de signos, nos hablan de una cultura y una civilización anterior a la llegada de los navegantes del otro extremo del Mediterráneo, ¿ o tal vez, ellos mismos vinieron igualmente de allí antes que estos otros para hacer de este su definitivo lar ?. Una cultura de igualmente reminiscencias mediterraneas, que evocan a Creta, Anatolia y el Egeo en los dibujos de mujeres o diosas de cintura entallada y pechos desnudos y hombres esquematizados con sus hachas de combate junto a manadas de animales. De barcos y dibujos astrales, todo ello reflejado en ese lenguaje propio que nos han legado y que ha llegado hasta nosotros desde el Calcolítico y la Edad del Bronce y que corre gravísimo peligro de desaparecer para siempre.
Pero ahora, abstraigamonos por un momento de cuantas maravillas de todo tipo hemos más o menos intentado dibujar en esta semblanza paisajístico-histórica y centrémonos en el que supuestamente es el motivo de este artículo, que no es otro que la posible existencia de un "nementon" de tipo céltico en este entorno y que sería, sin lugar a dudas, el más al sur de todo el continente.Un santuario de tipo céltico que hasta ahora ha permanecido aislado y apenas siquiera vislumbrado. Pasando casi totalmente desapercibido, tanto para los lugareños, como por supuesto, para los especialistas, ya que pese encontrarse casi a un tiro de piedra del conjunto arqueológico romano de Baelo, queda fuera de su recinto de protección.
Uve Topper, alemán apasionado por la riqueza de pinturas rupestres de la zona y que sistematizo en un libro actualmente agotado, titulado "El arte rupestre en la provincia de Cádiz" fué el primero en reparar en la singularidad de su estructura y de la invisibilidad e ignorancia por parte de los lugareños en torno a su existencia enmedio del paisaje, por otro lado excepcionalmente bello y evocador.Conforme a su estudio y sistematización de las pinturas, Topper lo calificó de santuario al aire libre y en total interrelación al propio mundo de las gentes que fueron artifices de las pinturas, es decir, a la Edad del Bronce. Para él, por tanto, sería coetáneo a dichas pinturas y a la cultura que las desarrolló y utilizado como lugar de culto por dichas gentes.
Sin embargo, en la modestia de nuestra perspectiva y de nuestros conocimientos creemos que atribuirlo a la Edad del Bronce es demasiado y más bien y después de haber hecho diversas comparaciones y consultas al respecto, vemos más viable catalogarlo como una construcción atribuible a algun pueblo de estirpe céltica o celtibérica que estuviera asentado por estos contornos de la vieja Turdetania.No era nada raro que las propias ciudades turdetanas contrataran los servicios de mercenarios celtiberos del centro y oeste peninsular. Ni tampoco habría que olvidar el detalle de las diversas razzias lusitanas del siglo II a.c., también pueblo de orígenes célticos, que con o sin compañia de contingentes celtiberos, asolaron Turdetania y en concreto la zona de Gades y el estrecho, llegando a pasar incluso al norte del actual Marruecos en sus correrías. Otra posible explicación a tener en cuenta y que no conviene dejar caer en el olvido para explicar la existencia de dicho santuario monolítico, nos la ofrece también los textos clásicos en sus referencias a Sertorio en su pugna como general disidente contra Roma, y que claramente mencionan que estuvo guarecido un tiempo en la Sierra de la Plata junto a sus tropas, formadas por hispanos celtiberos y demás etnias peninsulares. Todas ellas afectas a su persona, mediante la secular "devotio ibérica".
Tal como lo definió acertadamente el propio Uwe Topper, el santuario es un bloque de roca monolítica bien tallada, dispuesto enmedio de la dehesa, con la base de una torre o pequeño templo de planta casi cuadrada. Se sube a lo alto de él, mediante una escalinata y siguiendo esta, hacer la circunvalación en sentido contrario a las agujas del reloj. Otra escalera con ocho peldaños sube a la planta superior. Desde cierta distancia la imagen recuerda a la de una pirámide escalonada o "zigurath" mesopotámico.Basándonos en estas características y que pueden apreciarse en nuestras fotografías, hemos llegado a la conclusión dicha anteriormente, y es que guarda más que apreciables similitudes y características con diversos santuarios del centro peninsular hispano. Territorio ocupado todo él, por tribus celtibéricas. Nos estamos refiriendo concretamente, al conocido como "Silla de Felipe II" en la Sierra de El Escorial, en Madrid y sobre todo y preferentemente al santuario de Ulaca en Ávila, con el que guarda muchísimo parecido y que fué solar ocupado por lo vacceos...
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