El poblado turdetano de Las Cumbres, en la sierra de San Cristóbal, se encuentra en el límite del término municipal del Puerto de Santa María, lindando en su punto más alto, donde se encuentra el vértice geodésico, con el término de Jerez de la Frontera.
Este poblado de entre los siglos V y III a.c. y dependiente del cercano y más grande poblado del Castillo de Doña Blanca, es una ínsula prácticamente completa, bordeada al norte por una calle y al sur por una explanada abierta donde aparecen restos de actividades industriales referentes a la fabricación, almacenaje y distribución del vino.
En esa plaza abierta son apreciables unas estructuras circulares, limitadas por lo que parece una base muraria de tapial y que seguramente están relacionadas con el proceso del cocimiento del mosto.
También se aprecian estructuras que parecen ser hornos de panificación y no es raro ver rastros o partes de molinos de manos para tal menester.
Las viviendas de las que se compone el poblado, giran en torno a los 50/60 metros cuadrados y son generalmente de planta cuadrangular, divididas normalmente en cuatro habitaciones.
Todo el poblado presenta una estructura urbanística regular, acorde a los conceptos y reglas urbanísticas helénicas, seguramente transmitidas, desde época antigua, a través de los contactos entre fenicios y tartesios, así como del comercio con el mundo griego, más concretamente, focence de época arcaica y que ya en época propiamente turdetana, se funden todos estos aportes para formar esta cultura y cuyas influencias son apreciables, tanto en tales restos constructivos, como en la ingente cantidad de cerámica turdetana desperdigada por todo el entorno, que asimila las formas de las cerámicas griegas sub-itálicas y atenienses.
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